El gobierno de Javier Milei vivió esta semana su mayor crisis política hasta ahora, tras el rechazo parcial de su ambiciosa “Ley Bases” en el Senado argentino. El proyecto, considerado central para su agenda de reformas estructurales, fue recortado, resistido y finalmente rechazado en aspectos clave, en una votación que expuso las grietas políticas que enfrenta el presidente libertario en su intento por “refundar” el Estado argentino.
La jornada legislativa fue tensa, marcada por negociaciones de último minuto, cacerolazos en las calles y un ambiente polarizado dentro del Congreso. Pese a que algunos artículos fueron aprobados, el revés legislativo fue interpretado como una derrota clara para el Ejecutivo, que no logró la mayoría necesaria para aprobar medidas cruciales como la delegación de poderes especiales y la privatización de empresas públicas.
La “Ley Bases” es el corazón del plan de reformas de Milei. Incluye propuestas como:
La oposición, incluyendo a peronistas, radicales moderados y legisladores independientes, considera que la ley concentra demasiado poder en el presidente y pone en riesgo derechos laborales, ambientales y sociales.
La votación fue extremadamente ajustada. Algunos artículos se definieron por uno o dos votos. El desempate de la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien preside el Senado, fue determinante para avanzar con partes del proyecto. Sin embargo, la versión final de la ley quedó muy lejos del texto original impulsado por Milei.
El rechazo de capítulos clave, como la privatización de empresas como Aerolíneas Argentinas o el Banco Nación, representó un duro golpe político para el presidente.
El entorno del presidente respondió con dureza. El vocero presidencial, Manuel Adorni, aseguró que lo ocurrido en el Senado representa “una emboscada parlamentaria” y que el Ejecutivo enfrenta una resistencia corporativa e institucional. Incluso se llegó a usar el término “golpe institucional”, lo que generó un fuerte rechazo en sectores democráticos.
La narrativa del gobierno apunta a que ciertos sectores del poder legislativo buscan bloquear cualquier intento de cambio profundo, sin importar el mandato popular que llevó a Milei a la presidencia.
Políticamente, el gobierno queda debilitado. El fracaso en aprobar su proyecto estrella mina la autoridad presidencial, fractura alianzas y complica la gobernabilidad. A nivel económico, la incertidumbre generada podría afectar la confianza de los mercados y la inversión extranjera.
El episodio también deja clara la falta de mayoría propia que enfrenta La Libertad Avanza en el Congreso, obligando al oficialismo a negociar constantemente con fuerzas opositoras fragmentadas.
La derrota parlamentaria de Javier Milei marca un punto de inflexión en su joven gobierno. Lejos de ser un simple traspié, el rechazo parcial de la Ley Bases demuestra que, sin capacidad de diálogo y construcción política, las promesas de “revolución libertaria” pueden chocar con la realidad institucional de Argentina. El escenario se complica, y la tensión entre el Ejecutivo y el Congreso parece estar lejos de disiparse.
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